La celebración, responde a la creencia ancestral de que «con el fin del invierno, se produce la renovación de la naturaleza y el renacer de la vida.»

Conforme a los registros existentes sobre la vida en las reducciones indígenas, los misioneros plasmaron el testimonio de que “entre los últimos quince días del mes de agosto y los primeros de septiembre de cada año, los indígenas reducidos anunciaban, con ritos y todo tipo de ceremonias originales, el arribo de un nuevo tiempo anual que traía consigo la vida y la transformación de la naturaleza”.
Cabe destacar, que en la jornada, con la realización de los festejos se mantuvieron los protocolos por la pandemia, y se minimizó la cantidad de público presente.




