Tras muchos años de lucha, la Escuela Com Caia de Recreo tiene su comedor propio

Luego de 32 años de lucha y de promesas incumplidas, la Escuela Intercultural Bilingue N° 1338 “Com Caia” de Recreo logró tener el edificio propio para su comedor. Es que antes, el mismo funcionaba frente al establecimiento educativo e implicaba que los chicos cruzaran diariamente la calle, exponiéndose al frío, calor, lluvias y demás. 


Si bien aún no fue inaugurado oficialmente, desde marzo el lugar ya está habilitado y recibe todos los días a alrededor de 570 niños y adolescentes, ya que también asisten alumnos de la escuela secundaria N° 509.

En diálogo con Power Max, la directora Valeria Poirier lo describió como “un gran logro de la comunidad y de la escuela”. “Esta obra estaba pedida desde el año 2012. Fue un proceso muy largo y complicado, se licitó muchas veces y muchas veces se cayó la licitación. Recibimos promesas tantas veces de todas las gestiones y recién este año se pudo concretar”, contó. 


En ese sentido, agregó: “Es increíble el cambio. La verdad que uno se siente muy bien de poder brindar un servicio como corresponde y como los chicos se merecen”. Además, Poirier explicó que la obra no está culminada en su totalidad y que aún resta otra etapa que contempla el economato, un depósito y los sanitarios para el personal del comedor. 

Hacer mucho con poco

Si administrar los gastos de una vivienda no es fácil, mucho menos lo es hacerlo con un comedor escolar. Y esta gran tarea está a cargo de Clara, la ecónoma.


«Tratamos de hacer lo posible para administrar el dinero que manda la Provincia y el refuerzo que manda Nación», comentó. En ese sentido, al ser consultada sobre si dichos fondos son suficientes, con picardía argumentó que «hago malabarismo pero lo hago alcanzar».

Cabe mencionar que tienen la obligación de manejarse solo con ese dinero, debido a que no pueden recibir donaciones o ayuda de vecinos o instituciones.

Un sueño cumplido

Norma y Ester, dos cocineras jubiladas, estuvieron en el comedor desde sus inicios, en el año 1992, y fueron parte del equipo que la remó incansablemente para que a los chicos nunca les faltara el plato de comida. Ellas mencionan que ver la obra realizada es «un sueño cumplido».

«Una emoción muy grande, es un logro muy grande. Pero lástima que no lo pude trabajar», comentó Norma con la voz quebrada. «Muy contenta porque los chicos tienen comedor y los días de lluvia no tienen que estar pasando frío», añadió.

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