El papa Francisco proclamó hoy santos a sus predecesores Juan XXIII y Juan Pablo II en una solemne misa de canonización oficiada en la Plaza de San Pedro del Vaticano con la presencia de otro pontífice, el papa emérito Benedicto XVI, así como casi un millón de creyentes.
El cielo nublado no llegó a perturbar esta ceremonia de superlativos, en una abarrotadísima Plaza de San Pedro. Según el Vaticano, medio millón de personas siguieron la ceremonia en la plaza y los alrededores, mientras que otras 300.000 personas lo hicieron desde las pantallas gigantes que se han instalado tanto en las proximidades como en lugares emblemáticos de la capital italiana, Roma.
Para los fieles de la Iglesia Católica se trata de un jornada única y emotiva por el hecho de contar con dos papas vivos que elevan a otros dos a los altares de la santidad. Especialmente celebrada fue la canonización del polaco Juan Pablo II, cuyo largo pontificado y numerosos viajes le hizo especialmente querido entre la grey.
Fue precisamente Benedicto XVI, quien asumió el ministerio petrino a la muerte en 2005 de Juan Pablo II, el que ordenó el proceso de beatificación (el paso previo a la canonización) de su inmediato predecesor, pero Francisco dispuso que el Juan Pablo II y Juan XXIII fuesen canonizados en una misma ceremonia.
En el oficio religioso, que fue concelebrado además por unos 150 cardenales y 700 obispos, el argentino Jorge Mario Bergoglio recordó que Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005) fueron “dos hombres valerosos”.
“Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron”, indicó en la homilía.
“Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia”, agregó Francisco, quien destacó el Concilio Vaticano II como el gran “servicio a la Iglesia” prestado por Angelo Giuseppe Roncalli (1881-1963). “Fue el papa de la docilidad al Espíritu Santo”, concluyó en referencia a la labor transformadora dentro de la Iglesia que realizó el pontífice italiano, conocido como el “papa bueno”.
De Juan Pablo II dijo que fue “el papa de la familia”. “Él mismo, una vez dijo que le habría gustado ser recordado como el papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el cielo, ciertamente acompaña y sostiene”.
A partir de ahora, Juan Pablo II y Juan XXIII, serán recordados en el santoral el 22 de octubre, la fecha en la que el polaco Karol Wojtyla inició su ministerio petrino, y el 11 de octubre, recordando así el día en el que comenzó el Concilio Vaticano II convocado por Roncalli.
Al término de la eucaristía, Francisco agradeció a los participantes en esta “fiesta de la fe”, así como a las autoridades italianas implicadas en su organización. Los peregrinos recibieron con aplausos sus palabras.
También se escuchó una ovación cuando el argentino Jorge Mario Bergoglio saludó al alemán Joseph Ratzinger, retirado desde algo más de un año, al inicio y al final de la ceremonia, igual que hizo en febrero pasado, cuando Benedicto XVI asistió a la creación de nuevos cardenales.
Entre los jefes de Estado presentes se encontraba el rey de España, Juan Carlos, quien entró acompañado de su esposa Sofía, quien, haciendo uso de su prerrogativa como reina católica, iba vestida de blanco, con teja y mantilla también blancas. El resto de las asistentes iban de riguroso negro.
Para no perderse este acontecimiento, cientos de personas pasaron la noche a la intemperie a fin de poder lograr un lugar con buena visión. A las cuatro de la mañana se podía ver todavía a peregrinos durmiendo en la calle, mientras una marea humana se apresuraba ya a hacer la fila para entrar. A las 05:30 (03:30 GMT) se permitió el acceso a la plaza.
Ante la gran afluencia de peregrinos, voluntarios de protección civil estuvieron ya desde las 19 horas de la tarde del sábado repartiendo botellines de agua. De los 3.5000 voluntarios que participan en este dispositivo especial, cientos pasaron la noche de pie, sin descanso ni relevo. Muchos de ellos son creyentes, por lo que borran el cansancio del rostro con una sonrisa. “Es una oportunidad única estar hoy aquí”, señalaba una joven ama de casa italiana, miembro de la orden de Malta.
En los hospitales de campaña instalados en el área se atendieron sobre todo casos de fatiga. “La gente está muy cansada. Y acaba mareándose con tanta gente alrededor”, señaló a dpa una voluntaria de la Cruz Roja. ELLITORAL