Preocupante Recreo en alerta por su agua: el problema silencioso que avanza bajo tierra

Con más de cuatro décadas de servicio, la red de agua potable de la ciudad muestra signos de agotamiento. La acumulación de hierro, manganeso y sarro reduce el caudal, mientras la falta de recursos impide una renovación que ya se vuelve urgente.


El servicio de agua potable en la ciudad de Recreo atraviesa un momento crítico. Lo que comenzó en la década del ’80 como un esfuerzo comunitario para garantizar un recurso esencial, hoy enfrenta un problema silencioso pero creciente: la red envejecida, afectada por la acumulación de hierro, manganeso y sarro, reduce progresivamente el caudal en los hogares.

Desde sus inicios, la cooperativa local realizó obras de ampliación y renovación, buscando mejorar la calidad del suministro. Sin embargo, la situación económica nacional, las tarifas congeladas y el escaso interés de los vecinos en integrar las comisiones administrativas debilitaron su capacidad de gestión.


Hoy, la red presenta un deterioro estructural difícil de revertir. Los caños, que por dentro se han reducido en diámetro, disminuyen la presión y complican el llenado de los tanques domiciliarios. “La única solución sería un reemplazo total de la red, pero se trata de una inversión millonaria, imposible de afrontar para la cooperativa”, reconocen fuentes vinculadas al servicio.

El municipio, que actúa como concedente del servicio, tampoco cuenta con los fondos necesarios para una obra de esa magnitud. Mientras tanto, los vecinos reclaman por cortes frecuentes, agua turbia y un servicio de baja calidad, resistiéndose a los aumentos tarifarios.


Pese a todo, el consejo administrativo continúa realizando esfuerzos por mejorar. En los próximos meses pondrán en funcionamiento un nuevo filtro que reducirá el porcentaje de hierro y manganeso, buscando aliviar parcialmente el problema.

Mientras tanto, los vecinos se debaten entre la queja y la resignación. “Pagamos un servicio que no es bueno, y encima quieren aumentarlo”. Cortes frecuentes, agua turbia y olor metálico forman parte de la rutina de muchos hogares recreinos.

Sin embargo, el diagnóstico es claro: el tiempo juega en contra. Lo que hoy se percibe como una baja presión o un agua de color oscuro podría transformarse, en no muchos años, en una crisis mayor para el suministro de toda la ciudad.

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